Laberintos
La mente humana es como una casa,
una casa enorme llena de corredores tortuosos, oscuros, que posee innumerables
puertas que dan a otras tantas habitaciones. Muchas puertas que además dan a
otros tantos pasillos, con sus respectivas bifurcaciones. Nadie conoce a
plenitud su propia casa, y me aventuraría a pensar que nadie quiere conocerla a
cabalidad, ya que siempre que alguien se ha aventurado a recorrerla de forma
intensiva tarde o temprano se topa con alguna habitación oscura, donde un hecho
maloliente y desagradable aun respira y se arrastra. A todo esto ¿Por qué la
gente se pone a recorrerla a pesar del riesgo? Porque tienen la llave de la
puerta de salida, pero no saben dónde está. Los más afortunados suelen poseer
un patio interior amplio y ahí se quedan medio dormidos, medio catalépticos,
pero esos son muy pocos.
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