Dos Artistas Cristianos del Siglo XX

En la entrada anterior hablábamos de la crisis que atraviesa el Cristianismo en su conjunto y cómo esta crisis se refleja en sus manifestaciones artísticas, que han perdido la épica y el patetismo que las habían caracterizado en otro tiempo. Quisimos ejemplificarlo con la pintura porque es quizá donde mejor se refleja este desfase con los tiempos que corren, aunque podríamos ampliarlo a otras manifestaciones como la música o la literatura, que también han sufrido el mismo empobrecimiento. Quisiéramos cerrar el hilo anterior con dos pintores que se pueden tomar como muestras de que una visión espiritual se puede llevar con las técnicas del arte contemporáneo, aunque a mitómanos de uno y otro lado no les agrade.
Ambos fueron grandes solitarios, muy erráticos, pero con una visión bastante profunda y obviamente son grandes pintores. Son Emil Nolde y Georges Rouault.
La vida de Nolde (1867 – 1956) es un descalabro total de principio a fin. Trabajó solitariamente hasta que en determinado momento Ernst Ludwig Kirchner lo invita a trabajar en el colectivo “Die Brucke”, por entonces punta de lanza del expresionismo alemán. Pero no se sintió a gusto y él, de naturaleza antisocial, se retiró a trabajar por su cuenta. Antisemita, luego se pegaría una vuelta en el aire al adherirse al nazismo, que al contrario de lo que pasaba en la Italia fascista, no tenía el menor interés en la vanguardia (recordar la famosa noción de “arte degenerado” de los pardos) y que terminó marginándolo de toda participación de la “gloria” de Hitler, interesado en el neoclasicismo y el wagnerismo más cutre. Nolde sería marginado de la oficialidad a pesar de su apoyo al Tercer Reich.

"El Entierro" (1915)

Sin embargo, el expresionismo virulento de Nolde echa raíces en lo más profundo de la plástica alemana, que nunca ha sentido mucho entusiasmo por el idealismo y la compostura y sí por la expresión exasperada. Baste comparar la crucifixión que Nolde pintó en su “Vida de Cristo” en 1912 con con la del retablo de Isenheim pintado por el tremendo Matthias Grünenwald en 1516.


Los parecidos son evidentes más allá de las barreras del tiempo y del estilo...

Su pintura es estridente, poderosa, una cachetada en la cara. Era de esas personas religiosas que cada cierto tiempo le viene la duda. Eso imprime una carga angustiosa que vuelve su pintura algo incómodo, al punto que ni nazis ni cristianos se sienten cómodos con su obra (los retablos que pintó fueron rechazados por las congregaciones a las que los donó) Sin embargo, esa visión de Nolde parte de un hecho propio del Cristianismo: el sufrimiento, la expiación de los pecados a través del sacrificio de Jesús. Pero este sufrimiento ya no se expresa de forma desacarnadamente realista como lo hacen sus antepasados, sino que aprovechando los descubrimientos de los artistas de su tiempo (no a la perspectiva, esquematismo, no al claroscuro, sí a colores puros y en empaste) Qué diferente de los cuadros que habitualmente aparecen en las iglesias hoy…

"La Última Cena" (1909)

Rouault (1871 – 1958), casi contemporáneo de Nolde, también se movió de manera más o menos marginal, aunque muy al corriente del quehacer de su época. En su época se le vinculó a los fauves, pero se le podría definir mejor como expresionista francés, portador de un expresionismo más templado y espiritual, pero que nunca sintió necesidad de abstracción como Kandinsky y su séquito. El Cristianismo al centrar su visión espiritual en un individuo concreto (Jesús) no tiene necesidad de abstracción como los musulmanes, que entienden a Allah como algo más allá de cualquier definición posible. De hecho la figuración es la mejor manera de de expresar su fe, debido a que Dios se hace hombre y vive y padece como cualquier otro, en este plano de la existencia.

"Cristo entre los Apóstoles", de Rouault

La visión pictórica de Rouault es más reposada que la de Nolde, pero al igual que éste su trabajo, a pesar de ser de corte vanguardista, también está enraizado en la tradición. Sus trazos gruesos, como si fuesen hechos con plomo fundido, y sus colores puros recuerdan los vitrales de las catedrales francesas de la Edad Media, en especial los del periodo Románico.


Al menos para mí el parecido de ambas es bastante (la de abajo es de la catedral de Chartres)

Su visión religiosa se encentra basada en otro de los grandes puntales del Cristianismo: el hecho de que lo divino se encuentra cercano, tan cercano que Dios mismo es un ser humano como cualquiera de nosotros, que padece y sufre como todos. Por esa misma razón su pintura, aunque nos muestre episodios de la vida de los profetas y del propio Cristo, siempre da una sensación de cercanía, de familiaridad que no posee Nolde y que tampoco poseen las imágenes edulcoradas del arte oficial, que usualmente son tan cursis que es imposible sentir afinidad para alguien con un mínimo de sensibilidad y que posea algún conocimiento de la Biblia.

"Crepúsculo" (1937)

Ambos artistas, si bien poseen diferencias, comparten grandes semejanzas, que son las que quisiéramos destacar:
·         Ambos son cristianos. Parece de perogrullo pero no es tan así. Muchas veces se encarga la decoración de una iglesia a artistas que no son creyentes. El resultado no suele ser el mejor porque el artista no se encuentra familiarizado con el universo simbólico a utilizar. Y no es un asunto meramente semiológico, es un tema de interiorización profunda que en las escuelas de arte se tiene completamente dejado de lado.

·         Los dos, si bien hablan en un lenguaje actual, poseen un conocimiento del arte tradicional que no los convierte en artistas ajenos, sino que en eslabones de una cadena ininterrumpida.  Tradición y vanguardia no deberían ser opuestos sino complementarios.

Para finalizar quisiéramos decir que cuando determinada cultura se encuentra en un periodo de crisis hay un lugar común que se suele utilizar mucho y que tiene mucho de verdadero: la vuelta a las raíces. Consideramos que si el Cristianismo (y por extensión su expresión artística) quiere sobrevivir se debe volver a la pureza original, la del Cristianismo primitivo, ese de las catacumbas, que es sencillo y profundo, accesible y difícil a la vez. Es esa naturaleza paradójica la que le ha permitido sobrevivir y que le urge rescatar para los tiempos que corren si no quiere quedarse en las arenas de la historia.

"El Buen Pastor", de las Catacumbas de Domitila (siglo II)



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