"Metrópolis", de Fritz Lang (1927)


Los primeros recuerdos de esta película los tengo de una vez que la ví en la universidad, durante mi primera temporada en el sur, allá por el 2005. A pesar de que se trató de una versión muy mutilada y maltrecha la verdad es que quedé impactado por lo imponente que era todo, al menos para mí, que tenía el concepto del cine mudo que suele poseer la mayoría de las personas: algo de factura rústica, y muy livianita. Y resulta que “Metrópolis” es una cinta hecha de forma muy profesional y que posee una densidad inédita para el cine de ayer y hoy.
Para el que la ve por primera vez se hace difícil quedar indiferente ante las imágenes que pasan por delante suyo, porque están hechas con una factura que realmente impresiona, por lo preciso del montaje -aún cuando la versión que ha llegado a nosotros es incompleta, y es bastante probable que no logremos encontrar el metraje faltante- y por lo cuidado de la estética, algo que es común a toda la producción alemana de entreguerras (el famoso expresionismo alemán), que produjo un montón de ideas y arquetipos que después serían utilizados hasta la saciedad por Hollywood hasta el día de hoy. De hecho, se podría decir sin miedo a equivocarse que “Metrópolis” es la película seminal de todo el género de ciencia ficción posterior. 
La historia principal que se narra, rica en subtramas que de todas maneras no hacen perder el hilo principal, es bastante sencilla. Metrópolis es la ciudad del futuro, donde la técnica y la industria han llegado a un punto de perfección inimaginable. Pero esta prosperidad está creada de la misma manera que siempre se ha hecho, la de la explotación del hombre por el hombre. Debajo de la ciudad viven los obreros, que viven completamente ajenos a dicha prosperidad y absolutamente alienados en su trabajo, muchas veces un trabajo sin sentido alguno. En eso Freder, hijo del dueño de la ciudad (no el alcalde ni nada parecido, el amo de la ciudad tal cual) adquiere conciencia de esta situación ante la visión epifánica de María, una muchacha que busca sembrar la conciencia del amor, pero también de la justicia entre los trabajadores mediante su discurso mesiánico, a la espera de un Mediador que acabe con la segregación existente en la ciudad. Al enterarse de su existencia, el señor de Metrópolis decide aliarse con Rotwang, científico-alquimista, que rapta a María y la reemplaza por el icónico androide que se convertiría en la imagen más célebre de la película y quizá en la imagen más célebre del cine de esa época junto con el Nosferatu de Murnau.
Asimismo es una película que se desmarca de otras de su género por el rico simbolismo que ésta posee. La tradición bíblica sirve para articular muchas ideas fuerza en la historia: la fábrica-altar de sacrificio que funge como un Moloch contemporáneo, que exige víctimas humanas en ofrenda para poder subsistir; la imagen de la Bestia del Apocalipsis traspuesta a la máquina que suplanta a María... aunque mi favorita es la versión que ésta última ofrece en un sermón acerca de la Torre de Babel, en el cual el antiguo mito se reformula y la diversidad de lenguas es producto del desentendimiento entre clases sociales y la soberbia de sus ideólogos. La utilización del texto bíblico como punto de referencia para un a obra de esta naturaleza puede parecer un poco descabellado, pero es más frecuente de lo que parece. Sin ir más lejos hay una obra audiovisual de gran éxito en nuestra época procedente del otro lado del mundo que utiliza extensivamente el mismo recurso y que para muchos también tiene apariencia de ilegible, que es "Neon Geneis Evangelion", donde además se añaden elementos de la cábala para hacerla más incomprensible aún. También es notable la analogía alquimia-hechicería-ciencia encarnada en Rotwang (primer científico loco del cine) y en ciertos simbolismos más que evidentes que refuerzan esta idea, como el pentáculo invertido que es el marco de todo su quehacer.






De todas las actuaciones descolla sin duda alguna la más descollante es la de Brigitte Helm, que se multiplica a sí misma de forma alucinante al ser María, María la mala (el androide), El Creativo de la Torre de Babel, Los Siete Pecados Capitales y la Muerte, todo de manera múltiple y creíble. Helm es sin duda el soporte actoral de la película sobre el cual todos los demás se apoyan para que la película sea verosímil. Su carrera se truncó primero a causa de la intervención nazi (su esposo era de origen judío) y luego a su rechazo a Hollywood, que la tenía como primera opción para la legendaria “Novia de Frankenstein”, que hubiera sido su consagración masiva como la diva definitiva de la ciencia ficción. Su carrera al final no explotó como pudo explotar la de su contemporánea y coterránea Marlene Dietrich, a pesar de que talento y belleza no le faltaban, y terminó con el siempre agridulce título de “artísta de culto”, que quizá a la larga es más atractivo porque encierra un prestigio que no se puede comprar.




Estas cuatro son la misma mujer, amor eterno a ella...


La película sufrió una gran mutilación a merced de censuras varias y el metraje original se perdió, quedando una versión muy recortada, al punto de que la trama se entendía de manera diferente, y aún se resiente de ello la película, sobre todo al final. Algo similar ocurre con la música original, de Gottfried Huppertz, recuperada hace relativamente poco y que es puro romanticismo straussiano. En los '80 se hizo una restauración a color y con música muy de la época a cargo de Giorgio Moroder y de la cual prefiero no opinar, y tengo entendido que hay una adaptación en animé, que no he visto pero al parecer no está a la altura. La versión actual dura dos horas y media, a partir de una copia encontrada en Argentina, y aún así falta alrededor de media hora de cinta... que seguramente nunca se podrá recuperar.
“Metrópolis” es una pieza de visionado obligado para cualquier cinéfilo que se precie de tal y para cualquier amante de la ciencia ficción en particular, no sólo por su valor histórico sino por su indiscutible calidad e impecable factura. Ya se quisieran los capos actuales de la tecnología digital poder operar con la libertad artesanal de esta película, lo cual no deja de ser llamativo porque una de las cosas que se nos advierte en “Metrópolis” es justamente ser comedido con la técnica y no convertirse en un parapléjico deshumanizado a causa suya.

...y bueno, como es de dominio público se puede pillar hasta en Youtube completa. Acá está:




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