Retribución


Una vez a un joven idealista fue hecho prisionero por los guardias del tirano por ser un agitador contra el gobierno. Los guardias le dieron una paliza memorable y lo dejaron tirado en medio de una calle oscura, en medio de la noche, en medio de una población desconocida. Se arrastró como pudo y dio la casualidad que pasaba por allí un guardia del tirano, de su misma edad, patrullando su zona. Lo encontró tan malherido que decidió llevarlo a su casa. El joven idealista despertó en la casa del guardia y del horror pasó a la sorpresa cuando éste le contó que se compadeció de lo que le habían hecho sus camaradas.

- “Pero más que esto no puedo hacer” - le dijo un tanto apenado - “A mí también me vigilan y este no es buen escondite”


- “Algún día tendrás la retribución por esto” - le respondió el idealista con apenas un hilo de su voz.

Pasados un par de días el joven se recuperó plenamente, se fue de la casa del guardia y no se volvieron a ver. Pasaron los años, la tiranía siguió y el joven siguió en la resistencia. Fue avanzando y cada vez se colocó más a la vanguardia. Tras muchos años logró erigirse en Líder de la revolución que derrocó al tirano. Pero al nuevo Líder le costaba lograr el ideal tan bello que soñó de joven. La muchedumbre que sólo busca un sustento empezó a pasar hambre. Empezó cundir la vagancia, la mendicidad y las pandillas se tomaron las calles. El nuevo Líder notó lo desagradecido que es el pueblo por haber sido liberado de la tiranía y procedió a realizar una jornada de limpieza, tomando preso y ejecutando a cualquiera que fuese sorprendido mendigando o delinquiendo, y que evidentemente no entendían que su situación es un mero ajuste en el proceso social, porque ante un elevado ideal no hay nada que no se deba sacrificar.

Un jardinero cuando ve un arbusto y una maleza abundante, procede a podarlo para que crezca conforme a sus deseos. En el mundo abundan los jardineros de hombres, que no dudan en cortar y cortar seres humanos para que el arbusto social tenga la forma que se les antoja.

Después de una razzia bastante provechosa un grupo de personas fue llevado ante el Líder. Entre ellos, todos jóvenes, destacaba un viejo harapiento de mirada perdida y mal olor. Cuando vio al Líder su rostro se iluminó y le dijo:

- “Señor mío, a mí me trajeron con estos niños pero yo simplemente estaba hurgando por comida en la basura y tus centinelas me llevaron con ellos. No hice nada contra tí, te lo juro. Es más, esta es la hora que he esperado por años, ya que es la hora de mi retribución”-

El Líder comprendió de inmediato de quién se trataba y sin apenas pestañear lo miró y le dijo:

- “Hoy mismo la tendrás. No te preocupes”-

Acto seguido ordenó que lo llevaran con los demás y le dieran su retribución. Entonces lo llevaron a un paredón, le vendaron sus ojos y recibió seis disparos por haber desafiado la ley.

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