Arte Cristiano Contemporáneo


"Descendimiento", de Paul Gauguin (1889)

Ante el título muchos podrían arrugar la nariz, y lo entiendo. Hoy en día el Cristianismo es la fea del baile, es por lejos la tradición religiosa con menos rating en este lado del mundo, no tanto por las críticas sesgadas pero justificadas de gente como Nietszche, Marx o Freud, sino que por el propio andar errático de la Cristiandad desde hace mucho tiempo.
La pérdida de poder de la Iglesia a partir de la Reforma, la división de ésta en una multitud de grupos hasta lo absurdo, el descrédito de la teología como una forma válida de conocimiento, y sobre todo el acceso de los humildes a la Escritura y la constatación de que muchos de los “hombres píos” no viven de acuerdo a lo revelado por Dios a Jesús, todo eso ha ayudado a que los bonos de la Tradición Occidental vayan en una caída lenta pero sostenida, eso sin mencionar la profunda ignorancia de los propios cristianos acerca de su vía espiritual.
Hay además un punto interesante que no se suele comentar: el Cristianismo no es una religión de amor sin vigor y de pacifismo pusilánime, como la mentalidad burguesa ha gustado de hacer ver y creer desde que tiene las riendas del sistema. El Cristianismo es el afluente occidental del gran río abrahámico, y como tal presenta características en común con su padre (el Judaísmo) y su hermano menor (el Islam), principalmente en lo ético: la preocupación por la vida futura queda condicionada siempre por la consecución del bien en este mundo, y para que haya bien no sólo tiene que haber amor, sino que también justicia; y para que haya justicia tiene que haber igualdad, por mucho que a la casta sacerdotal le moleste. En resumen, es una religión de lucha, pero no de espada (ambos términos no son vinculantes necesariamente) Es un llamado alarmante al compromiso ético y no un conjunto de frases bobas y faltas de dignidad, como se nos ha querido inculcar en las clases de Religión o en el culto dominical.
Jesús, al igual que su antecesor (Moisés) y el que vino después de él (Muhammad) se acercó a los más pobres y les ofreció una posibilidad de liberación, promesa que ayer y hoy es válida. Pero el Cristianismo en particular se hizo carne de forma muy específica en los más pobres y marginados: la solidaridad, la caridad no es una acción altruista para con los pobres, mediante la cual atenuamos nuestra culpabilidad de vivir de buena manera, sino que es la opción de supervivencia del que no posee nada. Mientras Occidente fue pobre el Cristianismo fue fuerte, cuando empezó su política de expolio al vecino y se enriqueció ilícitamente el Cristianismo se debilitó en su propia casa. Es por eso que hoy es más fuerte en Angola que en Francia.

"La Mujer Adúltera", de Maz Beckmann (1917)

¿Qué tiene que ver esta cháchara con el arte? El arte es la expresión del alma, y como tal es un espejo exacto de nuestro interior, siempre y cuando se haga con sinceridad. Un arte cristiano honesto debería reflejar la situación profundamente paradojal en que éste se encuentra hoy en día.
En las casas de gente que es más o menos creyente siempre hay una imagen de Jesús en sus casas ¿Se pueden calificar de obras de arte, o de que reflejan la vida interior del Cristianismo contemporáneo? Por lo general son imágenes de un tipo caucásico, de belleza poco masculina si no fuera por la barba, pulcro como una moneda nueva. Si la intención es dar una imagen realista cabe preguntarse si corresponden estas características a un semita del siglo I, plebeyo, que se alimentaba frugalmente y llevaba una vida itinerante por una de las regiones más inhóspitas, conflictivas y remotas del Imperio Romano.

Imagen de Jesús de uso popular. Esta en particular me recuerda las devociones de mi abuela...

Ecce Homo de David Alfaro Siqueiros (1965)

Algunos dirán que la imagen de Siqueiros es chocante, grotesca en lo gráfico que es al mostrar a Jesús torturado. Pero si me preguntan a mí lo mejor de la producción artística del Cristianismo (al menos en Occidente) es cuando los artistas se entregan al patetismo de la Pasión y la Crucifixión, básicamente por una razón teológica: mientras más descarnada sea la imagen del crucificado, más gloriosa su resurrección. El expresionismo desbordado, ese que se hace difícil de ver, siempre ha sido la impronta de los mejores artesanos cristianos en el lado occidental, a diferencia de la tradición bizantina, llena de grandeza pero hiperespiritualizada, etérea e incomprensible para muchos católicos y me atrevería a decir que para todos los protestantes.

"Cristo Muerto", de Hans Holbein el Joven (1521) 

El Cristianismo en estas expresiones artísticas se nos hace difícil porque nos expone al gran tabú de nuestra sociedad: la muerte. Si al Hijo del Hombre le toca un fin tan terrible las posibilidades de padecer algo semejante a nosotros, meros mortales, no es tan lejana. "Morirse es una costumbre/que suele tener la gente..." dice una milonga, y enfrentar esa realidad es lo que la sociedad neoliberal nos invisibiliza bajo una tormenta de espejismos. Vagamos por el desierto pero a la primera tentación decimos que sí. Y después nos quejamos del sinsentido de la vida. Hoy ese hedonismo ha permeado también al propio Cristianismo, que al presenciar la baja en la audiencia ha decidido dar una imagen light de sí misma mediante un Jesús bonachón, hippiento y buena onda (la misma operación que se ha hecho con el Buda, pero por otras manos y otros fines) para recaptar sintonía. Cualquiera que lea los Evangelios sabe que no era tan así.
En estas circunstancias no hay que buscar muestras de arte cristiano en lugares de culto patrocinados por la oficialidad, puesto que la esencia del Cristianismo no se encuentra en el poder establecido, sino que como ninguna otra tradición hay que buscar sus expresiones más legítimas en la marginalidad. Marginalidad que en el mundo contemporáneo es doble: por una parte existe un rechazo que roza lo patológico hacia el Cristianismo en los círculos artísticos denominados vanguardistas (pero que no tiene problemas con otras expresiones de fe, siempre y cuando se acomoden y no incomoden) y por otro en el seno de las mismas iglesias (porque este no es sólo un problema vinculado al Catolicismo) se rechazan a los artistas con lenguajes que se salen de la -aburrida- norma oficial. Situación defensiva que también ocurre en el mundo islámico, aunque los motivos son diferentes y no los vamos a especificar aquí ya que no es el lugar para hacerlo. Lo que sí vamos a decir es que cuando una idea deja de producir medios de expresión nuevos o sencillamente los rechaza es una mala señal. Un organismo que se niega a comer se termina muriendo de inanición, la muerte más lenta y dolorosa de todas.

Crucifixión de Graham Sutherland (1946)



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