Muhyi-d-din Ibn 'Arabî/Tratado de la Unidad (risalatul ahadiyah)



"Tu piensas que eres,
 mas no eres y jamás has existido. 
Si fueras, serías el Señor,
el segundo entre dos. 
Abandona tal idea, 
porque en nada diferís vosotros dos 
en cuanto a la existencia. 
Él no difiere de ti y tú no difieres de Él; 
si por ignorancia piensas que eres 
distinto de Él,
 quiere decir que tienes una mente
 no educada. 
Cuando tu ignorancia cesa alcanzas la paz,
 porque tu unión es tu separación y tu 
separación es tu unión; 
tu alejamiento, una aproximación y tu 
aproximación una partida. 
Siendo así que te vuelves mejor, 
cesa de razonar y comprende por la Luz de
 la intuición, 
sin la cual te olvidas de Sus rayos. 
Guárdate de dar un compañero a Alá, 
porque en tal caso te envileces
 con el oprobio de los idólatras"

Dios es, según el Corán, “La Luz de los Cielos y la tierra”, no visible, por cierto, a los ojos corporales, sino solamente a la mirada íntima del corazón. La “vista del corazón” (ru’yat alqalb) se define como “la contemplación de lo que permanece oculto en el mundo invisible”, esto es, la contemplación de la Luz. La facultad del corazón para ver la Luz es la intuición, que por ser en definitiva una Luz reflejada es llamada a veces “la Luz de la intuición” o, si se nombra en relación con lo que su actividad aporta, “la Luz de la certidumbre”. Dios –se dice– ha proyectado en el corazón del hombre un rayo de su propia Luz divina y sólo merced a ella es posible al corazón del hombre ver a Dios. Como ha dicho un poeta sufí: “¿Cómo, si no, adoraríamos a quien no vemos? Es el propio Sol el que permite que el Sol se vea” (extracto del "Tratado de la Unidad" atribuído a Muhiyuddin Ibn Arabi, de origen andalusí, traducido y comentado por Roberto  Pla)


Ibn Arabi por Tom Block (2006)

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