"2001: Odisea del Espacio" , de Stanley Kubrick (1968), por Gastón Soublette (Segunda Parte)




Acá está la segunda parte del análisis en clave simbólica que realiza Gastón Soublette sobre "2001: Odisea en el Espacio". Para poder entender mejor el hilo presentado aquí es aconsejable leer primero la primera parte que dejamos aquí.


ANALOGÍAS Y PARALELOS

Es inevitable que entre una y otra franja de interpretación se establezcan analogías y paralelos a pesar de la contradicción fundamental que ambas presentan, como antes quedó explicado. Una de esas analogías se halla entre la escena del crimen de "Moonwatcher" y la escena del acceso, en extremo arriesgado, de David Bowman por la puerta de emergencia de la nave espacial, pues en ambos casos el hombre mono y el supuesto evolucionado actúan apremiados por el instinto de conservación. "Moonwatcher", empujado, al parecer, por la ley de la evolución, descubre que su mano se prolonga y se hace más efectiva con un instrumento, y Browman ante el riesgo de morir asfixiado dentro de la cápsula, obliga a su anquilosado cerebro de hombre máquina (variedad contemporánea del hombre mono) a improvisar una solución creativa no prevista en sus expectativas como héroe del programa espacial de los Estados Unidos. Así, dentro de esta lógica evolucionista, el sorprendente nacimiento de un feto luminoso de los despojos mortales del anciano agonizante, vendría a ser la culminación de la evolución, tanto más si en la novela de Clarke leemos que este extraño ser está dotado de poderes sobrehumanos.

Con todo, se entiende claramente, por lo extremadamente peyorativo del juicio lanzado por Kubrick contra el progreso, que lo que el buscó en esta película fue rectificar el concepto de evolución como hoy lo entendemos o suprimirlo lisa y llanamente, para substituirlo por otro, al parecer, de raíz religiosa, lo que se capta en las apoteósicas apariciones de la tabla, a la manera de verdaderas irrupciones de lo trascendente en la accidentada existencia del hombre. En este sentido, no habría más apertura de conciencia ni mutación de la especie que la que emana de una efusión de la sabiduría divina que ilumina y transforma a los hombres a través de sucesivas dispensaciones. (Versión bíblica de la evolución, por así decirlo)

LA HISTORIA SECRETA

El teórico del cine y critico norteamericano Norman Kagan, insinúa en su libro "El Cine de Kubrick", que en esta película hay algo así como un mar de fondo que él denomina la "historia secreta ', aunque no precisa el alcance de su afirmación. Pues bien, ese mar de fondo o historia secreta, al igual que las veladas críticas de Kubrick a la civilización industrial y al progreso, consiste, al parecer, en un itinerario espiritual no ya puramente humanista, sino específicamente judaico, el que viene a constituir una tercera franja de interpretación, ciertamente la más interesante y, para la cual la segunda franja no es más que un planteamiento previo.

Desde este punto de vista, todos los elementos simbólicos de la obra parecen tener una coherencia críptica vinculada al esoterismo hebraico. La fuente de inspiración es, por cierto, la Biblia (la Ley y los Profetas) pero conforme a esa tradición más o menos oculta de interpretación que los judíos denominan CABALA.

Ahora bien, dentro de esa tradición el texto a que más se hace referencia, al parecer, es el libro llamado ESPLENDOR o "Libro de los Esplendores", en hebreo ZOHAR, atribuido al sabio Rabbi Shimeon Bar Johai, del siglo I de nuestra era.

En este libro, que contiene profundas interpretaciones de la Ley de Israel (TORAH) y de los Profetas, como asimismo, en otros textos del Judaísmo tardío, como son los manuscritos de la misteriosa secta judía de Qumram (Esenios), parecen hallarse las claves para la interpretación de dicha historia secreta, particular mente lo que dice relación con la división del género humano en "hijos de la luz" e "hijos de las tinieblas". Así, en esta tercera y más profunda franja de interpretación se hallaría la explicación verdadera y última a la aparente contradicción en que incurre Kubrick al presentar a la sabiduría divina viniendo en auxilio de los hombres y éstos utilizando sus beneficios para construir un mundo violento, injusto y absurdo. Esa explicación se halla en el hecho de que los antropoides y sus descendientes son los que el Judaísmo tardío (y el mismo Evangelio) denomina "hijos de las tinieblas", los cuales no 'reciben" la luz divina, sino que, al igual que Prometeo, la' roban", para servirse de ella, entregándola degradada al mundo. Así,pues, se entendería aquí la refutación que Kubrick hace de eso que los hombres llaman evolución y progreso, como la ciencia y la racionalidad imperante lo plantean. Así se entendería también que es el mito de Prometeo el que define el comportamiento básico de nuestra civilización occidental, según esta obra de Kubrick.

En esta óptica debe entenderse que la tabla o monolito, que aparece cuatro veces en el curso de la película, en esta franja de interpretación, no es sólo el "gran sentido del mundo", o en abstracto, la "sabiduría divina" presente en el orden universal, sino algo más preciso, desde el punto de vista del Judaísmo, vale decir, la Ley misma de Israel (TORAH). Sus proporciones dadas enigmáticamente en la novela de Clarcke corresponden a una serie continua de números al cuadrado, esto es: 1-2-3, los que al cuadrado dan las cifras 1-4-9 que con las proporciones de la tabla según Clarke. Los tres primeros, cabalísticamente corresponden, el uno al absoluto o al ser supremo, el dos a la dialéctica universal del principio paterno y el principio materno del universo (los dos triángulos que forman la estrella de Israel),y el tres, al número de la' Idea" o arquetipo o molde invisible de la realidad (modelo de perfección), interpretación que no difiere en nada de la simbólica de los números según la tradición pitagórica. Esos mismos números al cuadrado, que dan las proporciones de la tabla, según la misma tradición, corresponden, el 1 al absoluto inmutable e indiscernible, el cuatro a la tierra, y el nueve a la perfección. Cabalísticamente estos números tienen sus correspondencias en el alfabeto hebreo, de modo que esas mismas proporciones pueden expresarse por las letras hebreas ALEF. MEM y TEHT, las que invertidas, según la dirección de la lectura hebrea, equivalen a las letras latinas TMA sigla que Justamente emplea Clarcke en su novela ,y se divisa (en la película) en los documentos consultados por el Dr, Floyd, aclarando sí, que la segunda letra corresponde al número 40, aunque en la numeración cabalística los ceros no cambian el simbolismo de la cifra inicial sino que la relacionan con diferentes planos en que su símbolo numérico se proyecta.

El sitio TMA 1 en el cráter Tycho de la Luna, donde se descubre el primer monolito.

Considerando también que el número 4 cabalísticamente corresponde a la letra DALETH, es decir a la D latina, y que la dicha letra DALETH es el emblema de David, la cifra 40 con su cero a la derecha representa la realización, en el plano terrestre, de lo que el 4 o la DALETH simbolizan, vale decir el "Reino Mesiánico" Ahora bien, entre el 1 y el 9,ese reino mesiánico equidista del absoluto y de la perfección realizada en todos los ámbitos de la creación, lo que se aviene con el carácter cósmico universal de la redención.

Caracterizada por este sistema numérico la tabla, se echa de ver que el dicho reino mesiánico, es para Kubrick la esencia misma de la Ley y los Profetas, lo cual explicará con sorprendente coherencia el desarrollo de la acción, hasta el nacimiento del "niño de luz" con que la película termina.

Por su parte, el mencionado "Libro de los Esplendores" da valiosas claves para entender pasajes tales como el de la primera aparición de la tabla a los antropoides. Allí se lee que el Sol es IAHVE ELOHIM (Dios de Israel) y que la Luna es la "Asamblea de Israel" Y se recordará que, justamente, en la primera aparición de la tabla sagrada, se encuadra una toma del Sol surgiendo por la arista superior de la tabla, seguido de una visión diurna de la Luna creciente, lo que simboliza a la "Asamblea de Israel" en un plano celestial, junto a la luz ( hijos de la luz") y los antropoides en un plano bestial como simientes de una humanidad ciega e impía( 'hijos de las tinieblas").

Con todo, esta aplicación del Judaísmo tardío a la simbología de la película no es tan racista, me parece, como pudiera creerse, pues se echa de ver en el planteamiento simbólico de Kubrick una cierta referencia al libro de oráculos del profeta Ezequiel en un pasaje en que literalmente dice. "Así comerá Israel su alimento impuro entre las naciones donde yo los arrojare"... Esta referencia parecería contener una crítica a los mismos judíos, la cual incide en lo que podríamos llamar el "pecado de Israel", es decir, su adopción de las ideas y modos de vida de los gentiles idólatras. Todo lo cual parece graficarse en la escena repugnante en que los antropoides comen la carne de un cerdo (animal impuro según la Ley de Israel), en sanguinolentos jirones. La referencia más precisa al libro de Ezequiel se hallaría en el acto de "voltear" al cerdo en la sabana, lo cual "Moontwatcher" hace una vez que descubre su arma o instrumento, pues en un pasaje de dicho libro el profeta usa literalmente esa expresión.

La posibilidad de que Kubrick haya utilizado esa referencia profética explicaría al fin porqué el personaje de la película destinado a realizar en su persona las promesas mesiánicas de Israel (David Bowman) se halla en un comienzo identificado con el mundo de los' hijos de las tinieblas '.

En lo que al Sol y a la Luna se refiere, la misma imagen aparece al principio de la película, lo cual puede ser interpretado también como una versión astronómica de la estrella de Israel, pues los dos triángulos que la componen, expresiones de la dialéctica universal, corresponden a lo que la Luna (llamada "Madre" en el Zohar) y el Sol (llamado 'Padre") representan simbólicamente. En esta óptica la aparición del Sol sobre la arista superior de la tabla a modo de un amanecer (la escena ocurre al amanecer), se vincula con el nombre cabalístico de la Ley de Israel que es "Alianza del Fuego".

Conviene recordar, en este sentido, que en la novela de Clarcke figuran dos tablas, una negra y una blanca, lo que guarda relación con un misterioso pasaje del libro cabalístico antes mencionado, en el que se dice que la Ley de Israel fue escrita con fuego negro sobre fuego blanco, entendiendo por tales las dos formas de lectura de que es susceptible el texto sagrado,esto es, el sentido literal y el esotérico, (cabalístico).

En lo que se refiere a los antropoides, sin duda Moonwatcher personifica a Caín, en esta tercera franja de interpretación, y su crimen, consumado con un hueso de animal, representa el asesinato de Abel. Por Caín debemos entender aquí (el texto bíblico nos autoriza a ello) el ancestro de la raza de los hombres violentos, arrogantes y dominadores, como ya quedó explicado, padre del homo faber, del homo políticus, y del homo ludens, en cuanto el texto sagradonos enseña que de Caín nacieron los constructures de ciudades (homo políticus), los metalúrgicos en cobre y hierro, fabricantes de armas e instrumentos (homo faber) y los que tañen instrumentos musicales (homo ludens). Con estos antecedentes se entiende que la escena que nos muestra al Dr. Floyd en su nave espacial, volando al compás del vals "Danubio Azul" de Strauss, junto a un grandioso muestrario de la ingeniería astronáutica, debe interpretarse como una proyección a nuestro tiempo de la tríada cainista del político, del metalúrgico y del músico.

Detalle del "Triunfo de Santo Tomás de Aquino", de Andrea di Bonaiuto (Italia, c.1366), donde aparecen personificadas las artes liberales. De derecha a izquierda: Euclides (Geometría), Ptolomeo (Astronomía), Tubal-Caín (Música/Herrería), Dialéctica (Juan XXI), Retórica (Cicerón) y Gramática (Prisciano)

En lo que concierne a la nave espacial "Discovery", engendro monstruoso de la técnica, como es la opinión de Norman Kagan, parece corresponder a lo que en la mitología hebrea se denomina LEVIATAN, ballena o ictiosaurio mítico cuya silueta, conforme a las descripciones que de él se hacen en la Biblia, se perfila en el diseño de la nave, como se dijo: una cabeza esférica con tres bocas circulares, una larga columna vertebral y una cola. Es el equivalente hebreo del Neptuno clásico, dios de los abismos oceánicos, vale decir, la personificación del caos. Psicológicamente, el poder disolvente del subconsciente desvinculado del espíritu. En este sentido, nótese que las escenas en que este monstruo aparece, el sol está ausente.

El parelelo con Neptuno se hace patente en las tres "bocas" de esta "ballena del espacio", que corresponden a los accesos de las tres cápsulas especiales que la nave lleva para efectuar maniobras fuera de ella, lo que guarda relación con el clásico tridente de Neptuno, símbolo de la "trivialidad", tríada compuesta por el placer, el poder y la vanidad. Es interesante notar que en la novela estas cápsulas llevan nombres de muchachas: Betty, Ana y Clara, lo que en simbología jungiana corresponde al símbolo onírico de la fragmentación de la psique (hombre que sueña estar rodeado de muchas mujeres).

A juzgar por las descripciones de LEVIATAN que se leen en el libro de Job, se entiende que el ojo redondo como de pez, de color rojo con que la computadora HAL mira y controla todo, corresponde a lo que el texto define como una mirada arrogante y aguda, capaz de desafiar a los más santos. Asimismo, la omniciencia del cerebro de este monstruo, como ya quedó dicho, representa la fe atea y arrogante del siglo, lo que en el texto bíblico aparece con el calificativo de "el mayor de los hijos del orgullo". Así mismo el texto sagrado alude a su forma corporal, descendiendo a pormenores acerca de la composición de su espina dorsal, cuyas unidades están de tal manera adheridas, que entre ellas no se filtra ni un pequeño soplo. Y justamente Clarcke en su novela dice que Frank Pool sale al espacio a constatar si entre esas "unidades" que componen el cuerpo vertebrado del monstruo, hay algún imperceptible escape de aire...

"Destrucción del Leviatán", por Auguste Doré (Francia, 1865)

Finalmente el ojo rojo de HAL, asocia a este vehículo espacial con la mitología del dragón, que en el Judaísmo tiene una connotación en extremo maléfica.

DAVID Y GOLIAT

La lucha de David Bowman con el monstruo "Discovery" o con su cerebro HAL 9000, tanto en su simbología como en su tratamiento de cámara debe interpretarse como el enfrentamiento del joven David con el gigante Goliat (una pequeña cápsula esférica enfrenta a la gran esfera de la cabeza del Discovery en close up).

Se recordará que en el enfrentamiento del rey pastor con el campeón de los Filisteos, aquel le dio muerte destruyéndole el cerebro con una piedra lanzada con su honda. Pues bien, el equivalente de ese arquetipo de proeza heroica, es en esta película la desconexión de la parte pensante del cerebro de HAL, del que salen innumerables monolitos de acrílico semejantes todos a la tabla sagrada, en lo que debemos ver un símbolo de fragmentación por oposición al símbolo de unidad materializado en la tabla.

Como es fácil advertirlo, el héroe David Bowman, representa aquí al rey David, ancestro del Mesías. Así, su proeza heroica desde la óptica de Judaísmo, viene a representar el enfrentamiento de dos formas de sabiduría, la falsa sabiduría pagana que desde los labores de la historia demostró la tendencia bestial que en ella subyace, con la sabiduría bíblica, única capaz de vencerla.

Una vez vencido el monstruo, esto es, una vez reducida la máquina a su verdadera dimensión, el Sol reaparece en escena y la tabla sagrada se desplaza ingrávida por los espacios. Ahora bien, la nave tripulada por un solo hombre (los congelados fueron también muertos en el motín de HAL),sin la asistencia de la computadora, expuesta a todos los riesgos, representa la fe en oposición a la razón atea del siglo. Así Kubrick muestra claramente, a partir de este momento, que el viaje a Júpiter es dirigido por la tabla sagrada que, ingrávida, se desplaza ante la nave hacia el destino previsto.


Cabe preguntarse ¿Por qué Júpiter?

La respuesta parece hallarse en su calidad de "rey" de los planetas, rodeado de doce satélites, con lo que se gráfica un arquetipo clave del Judaísmo, esto es, Israel (Jacob) y las doce tribus, o el rey Mesías y las doce tribus. En un sentido semejante debe interpretarse una toma muy significativa de los planetas en línea, incluyendo en el ordenamiento a la misma tabla sagrada. Esa toma parece configurar el significado oculto del "Menorah", famoso candelabro de siete luces de Israel, el cual, de acuerdo a las misteriosas explicaciones que sobre él da el profeta Zacarías, representa a los planetas y luminarias del cielo que para él son ojos con que Dios mira el mundo, aunque el texto nada dice, por lo menos en forma directa, del significado polémico que este maravilloso instrumento ritual del Judaísmo tuvo en referencia a los dioses planetarios del paganismo medioriental. Pues Moisés en él significó el sometimiento de esos dioses planetarios al Dios de Israel.

Con estos antecedentes podría entenderse que Kubrick, al recomponer el Menorah y dar su significado astronómico, está como devolviendo al Dios de Israel su dominio sobre los dioses del del paganismo, formulando al mismo tiempo una velada denuncia sobre todo el programa espacial, que en el inconsciente no sería más que una regresión mítica por la cual los "hijos de las tinieblas", con una nueva ciencia (el fuego del cielo degradado) vuelven a sus antiguas divinidades planetarias.

Este descubrimiento confirma más aún lo dicho sobre el leitmotiv musical de la obra, la introducción del poema sinfónico "Así Hablaba Zaratustra" de Ricardo Strauss, que expresa en música el famoso "Dios ha muerto" de Nietzsche, lo cual, en la óptica de Kubrick, y siguiendo sus propias palabras (entrevista concedida a la revista PlayBoy), corresponde a la muerte de "los dioses" (del paganismo) presentes y actuantes en pleno siglo XX en la conducta "cainista" de los hombres, para proclamar sólo al único Dios verdadero.

Por eso, la "iniciación" de David Bowman no es "hermética" en el sentido general en que se suele usar esta expresión, sino que es específicamente "cabalística", por la que es introducido en las "Claves secretas de Israel"1. Su entrada en el fuego simboliza, en esta perspectiva, diversas representaciones del espíritu divino como fuego ("IAHVE es un fuego devorante") en lo que parece oírse también el eco de esa frase del apóstol "terrible cosa es caer en manos del Dios vivo".

MUERTE Y RESURRECCIÓN

La brusca interrupción de la fantasmagoría espacial, para caer en una alcoba de mansión millonaria, tiene un doble significado. Por una parte representa lo que el iniciado llegaría a ser si retrocede en su camino, y por otra parte, simboliza el término de la etapa histórica "premesiánica"del Judaísmo.

Un hombre solo, en una suite de hotel de lujo (así califica Clarcke en su novela esta lujosa alcoba) representa a Israel en su ostracismo milenario, como pueblo extranjero y disperso entre las naciones. La traición de Bowman a su destino superior representa el pecado de Israel antes mencionado a propósito de la carne de cerdo que los antropoides comieron, es decir, su identificación con el destino histórico mundano de los gentiles ("Así comerá Israel su alimento impuro entre las naciones donde yo los arrojaré"). La decrepitud creciente de Bowman simboliza los estragos que en el pueblo ha dejado ese pecado. Ahora bien, la cena de Bowman, solo en su lujosa habitación (pan, vino y carne) representa la Pascua. Sobre este particular cabe recordar que Bowman hasta pasó por el cuarto de baño y se puso frente al lavatorio y se miró al espejo, símbolo éste de la conciencia y aquel de purificación ritual. Ahora bien, la palabra Pascua significa "paso", se trata pues del paso del Judaísmo de su etapa de humillación histórica al de exaltación mesiánica.

Ese paso está aquí marcado por una simbólica mancha de sangre representada por el vino tinto que Browman vierte por distracción sobre el piso al tiempo que quiebra la copa de cristal, símbolo de muerte. Esa sangre es el doloroso precio de un grandioso parto esperado desde hace milenios, y apunta a la sangre que los hijos de Israel han derramado y deben aún derramaren el cumplimiento de ese destino.

El anciano reseco que agoniza enseguida sobre el lecho y en el cual se transforma el propio Bowman, es Jacob Israel, el patriarca que dio su nombre al pueblo, cuyo color marcadamente terroso parece recordar la aridez de la tierra que antes fue "prometida".

La tabla sagrada que aparece al final frente a él, equivale al momento en que Dios le muestra en su sagrada escritura, cual es y ha sido siempre su suprema esperanza. Se entiende pues, sin lugar a duda, que el feto luminoso que surge de los despojos mortales del anciano, es el Mesías, hijo de David, que los judíos esperan. Por eso se distinguen su rostro embrionario los rasgos más característicos del rostro de David Bowman (hijo de David), particularmente sus grandes ojos claros, símbolos del que ve y posee la luz.

La esfera de la tierra, de un blanco enceguecedor, que espera a este niño de luz, es como una novia ataviada para la gran boda. En la novela de Clarcke, no obstante, esa claridad corresponde a la luz enceguecedora de las bombas atómicas en una conflagración mundial, "juicio" previo, al parecer, para al advenimiento de este Mesías.

La identificación que hacemos aquí de este niño con el Mesías esperado por los judíos se basa en los altos calificativos con que Clarcke lo caracteriza en las líneas finales de su novela como rey o amo del mundo.






1 Título de un libro del rabino A.D. Grad.

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