Julius Évola - "Máscara y Rostro del Espiritualismo Contemporáneo"



La figura de Julius Évola (1898 - 1974) es polémica por donde se le mire. Idolatrado por la derecha "tradicionalista", yunta de Mussolini si bien después se daría una vuelta de carnero y se mostraría crítico del fascismo, pero sin "pasarse al otro lado"; por lo mismo también enemigo de la Escuela de Frankfurt y de todo lo que oliera a marxismo, su figura y su pensamiento le pueden resultar indigestos a mucha gente. Sin embargo hay una línea de su pensamiento que no deja de ser interesante. Se podría hablar de un conservadurismo crítico: la modernidad ya no es desmenuzada por los académicos que copan el establishment universitario y que son en su gran mayoría discípulos de Foucault o Adorno sino que se hace desde una perspectiva que ha influido en el mundo actual más de lo que se cree: muchos de los movimientos de la "Nueva Derecha" que han surgido en Europa (Alain de Benoist, Aleksandr Dugin...) hoy por hoy lo vindican como un precursor. Sólo por esa razón habría que tenerlo más en cuenta, ya que implica comprender un movimiento que se quiera o no se abre paso hoy por hoy.
Eso no quiere decir que no tenga defectos, que son los defectos que han poseído el conservadurismo y el fascismo desde su génesis en cuanto tales: falta de elasticidad, dogmatismo, poca comprensión de los fenómenos que dice admirar, trasladar al propio campo las ideas ajenas, pánico (que no miedo) a lo nuevo, a lo que no se puede domesticar. Évola posee pocas de las virtudes de Nietszche y sí muchos de sus defectos: idolatría al poder como medio para alcanzar la trascendencia, anticristianismo virulento (Évola a diferencia de Guénon no considerará al cristianismo como una Tradición en toda regla), amor por lo aristocrático y desprecio por lo popular... eso sin mencionar su amor por el ocultismo, que lo entronca con los fascistas esotéricos y su interminable lista de lamentables seguidores, partiendo por nuestro compatriota Miguel Serrano. 
Ahora bien, muchos de estos defectos quedan allanados por una gran, quizá la única virtud que poseen sus escritos: Évola posee un raro sentido premonitorio que lo hace adelantarse cincuenta años en el futuro y ver los efectos nocivos que la modernidad ejerce sobre el ser humano degradándolo hasta hacerlo feliz de su nihilismo. A diferencia de la crítica académica, que él considera cómplice de este proceso, él hara una crítica de índole metafísica: nuestra sociedad no apela a ningún principio trascendente, por lo tanto está condenada a hundirse sin más.
Llegados a este punto uno podría preguntarse ¿Y qué ocurre con todo este auge de lo espiritual que se ha dado en nuestro tiempo? Hoy más que nunca lo espiritual tiene rating, desvinculado eso sí de cualquier matriz religiosa tradicional, la cual se ve con malos ojos. Yoga, reiki, autoayuda, neopaganismo, pseudosufismo... llenan una necesidad de Absoluto que es inherente a la naturaleza humana, pero son expresiones legítimas o no, esto es, cumplen con su meta o son puros calmantes?
En "Máscara y Rostro del Espiritualismo Contemporáneo" Evola da su parecer sobre estos temas. Cuando el libro se editó en 1932 el término "New Age" ni siquiera se había pensado, y sin embargo ya existían varios movimientos que poseían algo de eso y que ahora son instituciones muy respetables: la teosofía, la antroosofía... que siempre abordan sus objetos de estudio de forma superficial y exótica, sin llegar al fondo del asunto... y es ése el principal punto de crítica: el amor por lo sobrenatural y paranormal sólo desvía al buscador de sentido de las verdades profundas que debería buscar, atrapándolo en algo burdo y falto de dignidad.
La Teosofía, el Psicoanálisis, la Antroposofía, Krishnamurti (convertido en un verdadero santo de la clase media universitaria hoy por hoy), la dirección errada según él que ha tomado el Cristianismo, el Satanismo de Crowley y La Vey, el neopaganismo y neobrujerismo aparecen diseccionados de forma bastante contundente, y no deja de ser ineresante cómo se llegó a adelantar varias décadas a la realidad que se vive hoy, la de la práctica espiritual cómoda, burguesa, sin ningún tipo de lucha interior:

"Si en Norteamérica, "principio de un nuevo mundo", como el filósofo de salón Keyserlink la ha llamado, yoga y disciplinas análogas ya han desembocado reglamente en el arte de "curar con medios síquicos" con el método expeditivo para llegar a ser "hipnotizadores" y "caracteres dominantes" con el fin de prepararse el mejor camino para el éxito dentro del matrimonio, en los negocios, en la política y así por el estilo, el día de mañana ciertas fuerzas sutiles extranormales podrán hasta enterar en el uso corriente con el mismo título de las otras, enroladas dentro de "servicio social" o bien hechas siervas para el odio y para fines profanos de cada uno y de las masas. De esta manera se tendrá el digno consorte "masculino" para la "espiritualidad" mística, humanitaria, vegetariana, democrática y feminista del otro lado del océano (...) Leer obras "espiritualistas”, frecuentar círculos de teosofía, meditar sobre el "huésped desconocido" maeterlinkiano, hacer los buenos veinte minutos diarios de concentración plenos de una fe conmovedora por la reencarnación que permitirá a cada alma continuar la "evolución" a través de una nueva existencia, donde recogerá los frutos del buen karma humanitario acumulado, esto es en verdad un régimen bien cómodo de "superación". La doctrina cristiana originaria, por la que se vive una sola vez y en esta única vida se decide toda suerte, hasta aquella de una eterna salvación o de una eterna condenación, y la que no justifica la vida presente sin una referencia constante a "Dios", suenan ya como una saludable diana en contra de semejantes sueños de mediocridad, de ilusión y de languidez "espiritualista". Y sin embargo, aquí no se trata todavía más que de "religión" y por lo demás, quedándonos en el ámbito de ella, como simple término de comparación, ¿cuántos espiritualistas de hoy están dispuestos a dejar la vida secular por la clausura y por los votos monásticos?"

Como todos los textos de este caballero hay que leerse con precaución, porque cuando uno ya se siente caminando tranquilamente por él aparece una piedra, un hoyo o derechamente el camino se corta y hay que hacer uno mismo el puente para pasar al otro lado. Pero vale la pena hacerlo, aunque sea porque siempre es bueno ver otro punto de vista de un mismo problema.

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